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Feminismo eleno, necesario para hacer revolución

“Dos cosas que yo no decidí decidieron mi vida: el país donde nací y el sexo con el que vine al mundo”. Gioconda Belli (El país bajo mi piel).

El ELN y las mujeres elenas tenemos el compromiso humanista y revolucionario de rendir honor y recordar a todas las compañeras que, a lo largo de la historia rebelde del mundo, han dado su vida por un mejor futuro. Por eso, nuestra profunda admiración a las compañeras que hoy desde sus trincheras dan vida y dignidad a nuestra lucha: las combatientes, mandos medios, responsables del Trabajo Político Organizativo (TPO), las radistas, salubristas, maestras, mujeres de base y lideresas sociales, las compañeras que participan en cada especialidad de la fuerza militar, las mujeres que nos acompañan con su voz en las emisoras elenas, las niñas hijas de nuestras compañeras que llenan de vida y alegría nuestras casas verdes y, por supuesto, nuestras comandantes, ejemplos palpables de rebeldía, terquedad y capacidad combativa.

Por ellas/nosotras y por el proyecto de país que hemos venido construyendo estos 54 años, aportamos algunas ideas de lo que creemos sería un feminismo eleno, sabiendo que somos nosotras las que debemos llevar la batuta en la construcción y consolidación práctica de esta propuesta; y que el camino que hemos avanzado como ELN es importante, pero no suficiente, para superar la desigualdad y exclusión que existe hoy entre hombres y mujeres, producto del capitalismo y su patriarcado.

Pero, ¿por qué hablar de Feminismo Eleno? El pensamiento feminista es diverso, hay muchas formas de ver, vivir, sentir y teorizar sobre las diferencias que hay entre géneros, sobre el patriarcado como sistema de dominación histórico, la violencia contra las mujeres y la discriminación a las personas LGTB. Muchas mujeres en el mundo, y algunos hombres, han buscado explicar dónde y en qué momento surge la diferenciación/discriminación y subordinación de las mujeres respecto a los hombres. Algunas explicaciones y teorías coinciden y comparten fundamentos y otras se diferencian mucho, sobre todo en lo que tiene que ver con las propuestas de cómo superar esta realidad. Para nombrar algunos feminismos a lo largo de la historia: Existe el feminismo de la igualdad que busca que hombres y mujeres tengan los mismos derechos, sobre todo políticos (inicios del capitalismo industrial); el feminismo de la diferencia que busca se reconozcan las diferencias naturales entre los sexos, sin legitimar las diferencias que se crean por los roles de género impuestos a cada uno (mujer: débil, hombre: fuerte); el feminismo socialista gestado en Rusia y Alemania, que promulgaba la construcción de un socialismo capaz de empoderar a las mujeres como parte fundamental del proletariado y, por ende, de la revolución; el feminismo negro que denunció la relación que hay entre racismo, patriarcado y capitalismo, mostrando que las mujeres negras viven situaciones de violencia que las blancas no experimentan (por ejemplo la mayoría de mujeres desplazadas en nuestro país pertenecen a comunidades afro); y así podríamos seguir una larga lista de feminismos. Por eso es importante que nosotras hagamos una propuesta política al interior del ELN para construir lo que sería el feminismo eleno, que recoja nuestras experiencias como guerrilla, como pueblo luchador, como trabajadoras, que recoja nuestras concepciones del mundo, las raíces revolucionarias y tenga un cimiento en la realidad de nuestro país y el proyecto de nación con el que soñamos.

Y, ¿qué podría tener de diferente a los demás? Aun sin saberlo hemos ido construyendo colectivamente algunas ideas de lo que para nosotras es el feminismo. Algunas compañeras (os), tienen miedo a esa palabra o no les gusta como suena; sin embargo, esta es una palabra que tenemos que apropiar como revolucionarias, porque en ella recogemos la herencia y la historia de las luchas de las mujeres en el mundo, por denunciar y luchar contra el pensamiento y práctica dominante que es clasista, racista y machista. Le ponemos el apellido eleno para ponerle un sello propio y evidenciar una forma de pensar, ser y actuar.

Parte de este sello propio es que el FEMINISMO ELENO:

1. Se hace en la práctica partiendo por cuestionar el orden establecido, sobre la idea de “ser mujer” o “ser hombre” (tal como lo hacemos cuando construimos conciencia de clase). Cuando somos conscientes de que hay cosas que no son “naturales”, sino que hacen parte de la formación histórica de la sociedad que vivimos; podemos hacer un ejercicio colectivo de estas realidades y avanzar un paso en la liberación. Es decir, que nuestro feminismo tiene raíces prácticas, en la forma en la que, como elenas y elenos, nos tratamos, tratamos a las mujeres de base, formamos a la niñez, planeamos el TPO, organizamos el trabajo campamentario, dividimos responsabilidades, trabajamos en los territorios; nos ayudamos de la teoría porque es historia viva y experiencia de lucha.

2. Es una construcción colectiva: En nuestra vida revolucionaria casi todo es colectivo, la vida campamentaria es muestra de ello. Nuestra formación, nuestra vida cotidiana, los espacios de evaluación y crítica, el trabajo diario, la mayoría de cosas son colectivas, entre hombres y mujeres. Por eso nosotras, las elenas, no concebimos un feminismo solo entre mujeres. Sabemos que si queremos un cambio y generar conciencia, debemos hacerlo con la colectividad a la que pertenezcamos. A nuestros compañeros, el feminismo les puede aportar ideas de cómo ser mejores personas, reconociendo sus privilegios como hombres, producto de la formación histórica de la sociedad, y en la vía de lo que nos enseña nuestro comandante Manuel Pérez, dejarlos de lado para tener relaciones más igualitarias. En nuestra familia elena tenemos prácticas feministas, como que la división de tareas no parte de roles (características) asignados a hombres y mujeres: todos y todas cocinamos, hacemos trabajo de base, combatimos y estudiamos, cuidamos y planificamos la vida sexual y la maternidad como un ejercicio y responsabilidad colectiva, pero nos falta aún mucho camino por recorrer, para superar las relaciones de poder que están tan enraizadas en nuestra vida cotidiana.

3. Tiene conciencia de clase y es revolucionario: El 23 de febrero de 1917 del calendario Ruso (8 de marzo calendario occidental) miles de mujeres proletarias salen a las calles de San Petersburgo, exigiendo pan y paz, a ellas se les unen los huelguistas de la fábrica Putilov y al ejército que había, el Zar lo mandó a reprimir la marcha. Nadie pensaría que este hecho sería fundamental para la insurrección del pueblo ruso y su revolución bolchevique de 1917. Sabemos que no es suficiente luchar por la liberación e independencia de las mujeres, si seguimos atados a un sistema capitalista que explota a la clase trabajadora, de la que hacemos parte. Por eso construimos el feminismo en el marco de la lucha de clases y en ella buscamos que la clase trabajadora, reconozca la lucha que debemos dar al interior, por la liberación total de la humanidad. Ninguna lucha va primero que otra. Dicen las comunidades indígenas revolucionarias de México que “cuando una mujer avanza, no hay hombre que retroceda”. Y como pueblo no retrocedemos en la lucha de clases cuando las mujeres ganamos conciencia e independencia; por el contrario, la lucha se cualifica y se fortalece.

¿Cuál es la tarea de las Elenas en esto? Es quizá la más importante, nosotras tenemos que hacer un pacto personal para superar las debilidades que nos han dicho, tenemos por ser mujeres: poco inteligentes, frágiles, miedosas; y en ese camino, tenemos que ser aliadas y amigas unas de otras. Las mujeres NO somos enemigas entre nosotras; por el contrario, tenemos la capacidad de hacer redes y tejido social, para fortalecer la lucha de nuestro pueblo y acompañarnos, como mujeres, en ello. Tenemos que exigir y propender (quienes tengan responsabilidad de militancia) potenciar liderazgos de mujeres, asignar responsabilidades que casi siempre se asignan a compañeros, para medirnos en la lucha y mostrar/nos que somos capaces, ponernos a prueba. Construir y participar en los espacios de formación político-militar de nuestros frentes para generar capacidad en nosotras y dejar de pensar que “no somos políticas” o “nos da miedo lo militar”.

¿Y nuestros compañeros, qué? Son nuestra mano izquierda, cómplices. Ellos deben generar su propia conciencia y como en la mayoría de casos son compañeros quienes tienen responsabilidades de mando, deben promover a las compañeras en espacios de responsabilidad, reconocer situaciones de vulnerabilidad de las mujeres en los territorios donde tenemos incidencia y preocuparse por eliminarlas, NO tolerar la violencias contra las mujeres y buscar por distintos medios superar las visiones machistas que generan este tipo de accionar en la población.


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