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Profundizar la Revolución con la Asamblea Nacional Constituyente



Lo que actualmente sucede en Venezuela no es sólo la lucha entre una oposición política de derecha y un gobierno popular revolucionario, es mucho más que eso. Solo al analizar los actores involucrados en la puja, se puede observar la dimensión real del conflicto.


Trump, Putin, Xi Jinping, Macron, Rajoy, Guterres y la ONU, el Papa Francisco y el Vaticano, Santos, Evo Morales, Macri, Peña Nieto, Correa, Raúl Castro, Bachelet, Daniel Ortega, Lula… y hasta personajes reconocidos del mundo de la farándula y el deporte internacional no dejan de pronunciarse y tomar partido por alguno de los bandos. Despejar quién está de un lado y quién de otro es tarea fácil para cualquier persona mínimamente informada. Pero todos, en definitiva, hablan y opinan sobre la Venezuela de hoy.


¿Por qué ese interés en opinar e involucrarse en el tema venezolano? Por una simple razón: porque en Venezuela se está desarrollando una profunda lucha de clases de intensidad mayúscula, en una etapa decisiva, que trasciende los límites territoriales y que abarca a toda la región con incidencia planetaria.


Si bien a muchos le desagrada el término “lucha de clases”, la realidad indica que es ésta y no otra cosa lo que desencadena el nivel de conflictividad en la sociedad venezolana.


¿Y por qué tiene incidencia planetaria esa lucha? Una respuesta categórica: porque Venezuela contiene las mayores reservas certificadas de petróleo del mundo. Ese dato, que no es menor, sería insuficiente si no se le agregara que Venezuela también tiene, desde que el Comandante Chávez asumió el poder, un gobierno independiente y soberano. Ese gobierno popular, que hoy conduce el Presidente Nicolás Maduro, es un escollo para los intereses imperialistas, que pretenden, sin disimulo alguno, apoderarse o al menos controlar a través de un gobierno títere, esas riquezas estratégicas. Así de simple es la ecuación: recursos estratégicos más soberanía, para los intereses imperialistas, es sinónimo de necesidad de intervención.


La lucha, entonces, se está desarrollando así: Por un lado se han plantado los patriotas y el gobierno popular; por otro, aquellos sectores históricamente aliados de las potencias imperialistas y las potencias imperialistas mismas, encabezadas por los Estados Unidos. A este último bando se le han sumado –y no podía ser de otra forma– todos los gobiernos serviles de la región, los “perritos falderos” a que se refirió Pedro Pablo Kuczynski, contándose él mismo como uno de ellos, Peña Nieto, Santos, Macri, Temer y otros canes de menor talla.


Es importante señalar que, en lo que va del siglo XXI –y después del presidente sirio Bashar al-Assad–, ningún gobierno ha resistido como el del presidente Nicolás Maduro la brutal embestida imperialista. Una feroz ofensiva, diseñada desde los think tanks estadounidenses, se desplegó desde el mismo momento en que el presidente chavista asumió la presidencia. Conjuntamente con la baja del precio del barril de petróleo, la guerra económica impuesta al país a través del saboteo, el acaparamiento, la especulación, la inflación inducida y el contrabando, deterioró el alto nivel de vida alcanzado por los venezolanos gracias a la Revolución. Si a esto le sumamos los métodos violentos (terrorismo) utilizados por la oposición fascista y la campaña mediática internacional para difamar al gobierno popular con mentiras, injurias y difamaciones de todo tipo, es fácil entender que la situación por la que atraviesa la revolución es harto complicada. De ahí que el presidente Maduro, con coraje singular y determinación revolucionaria, haya apelado a la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, vale decir, al poder originario que emana del pueblo.


El 30 de julio será entonces un momento decisivo del proceso revolucionario, ya que el nivel de participación del pueblo en la elección de candidatos a constituyentes indicará también el grado de adhesión a la Revolución y su profundización.


De lo que se trata es de frenar la escalada terrorista y el injerencismo imperialista, de avanzar en el proceso revolucionario hacia la independencia definitiva y el socialismo. De la vereda de enfrente de la Patria y el pueblo está la oligarquía y todos los sistemas que la sostienen, incluyendo ciertas cuotas de infiltrados dentro del gobierno. El enemigo a derrotar el 30 de julio, no es otro que el imperialismo y sus aliados directos, la oligarquía venezolana y sus pares regionales.


Esto debe quedar claro para quienes dudan o anteponen intereses particulares o sectoriales a los supremos intereses del pueblo y de la Patria. No hay terceras posiciones en estos momentos, o se está con la Revolución o se está con la contrarrevolución. Como decía el Libertador ante la duda de ciertos patriotas en el momento culminante de tomar decisiones: “Vacilar es perderse”.


El domingo 30 de julio comienza una nueva fase de la Revolución Bolivariana. Por la Independencia y la Patria Socialista ¡Todos a votar por los candidatos a la Asamblea Nacional Constituyente!


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